viernes, 15 de junio de 2012

A Pedro Piccatto


Te veo un ángel,
de hueso, piel y carne florecido,
ojos de lince y aldabón de sienes
golpeando en las puertas del olvido.

Y más lejos te veo,
en una tarde azul y proletaria,
de blusa azul
con tus ojos ya claramente azules,
hablando con muchachas
de blusa azul,
y azul de fondo el cielo.

Luego te vas por una calle solo,
y en la cuarta, quinta o sexta puerta
preguntas por un niño
que no nació, y nacerá mañana.

Ese niño eres tú. Y te vas alegre.
Porque mañana es Mañana,
y detrás de las puertas
definitivamente,
contestan camaradas.